Sunday, December 10, 2006

Hagamos un poco de historia

En esta intervención, comenzaremos a repasar conceptos tradicionales.
Una biblioteca es una institución que guarda, custodia y conserva los libros (Buonocore, 1963). Costa (1943) nos habla de una colección mayor o menor de obras seleccionadas para la divulgación de la cultura, estudio o recreo. Carrión Gutiéz a su vez, define la biblioteca como la colección de libros debidamente organizada para su uso (esta es una definición breve y clara).
En cuanto a instituciones, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, la biblioteca es el local donde se conserva una colección de libros debidamente ordenados y dispuestos para su lectura; la UNESCO define a la biblioteca como la colección organizada de libros impresos, revistas y otros materiales gráficos (audiovisuales, etc.) con un personal correspondiente para facilitar servicios a los usuarios según sus necesidades de información, investigación, educación y esparcimiento.La definición que ALA (American Library Asociation) ofrece es que la biblioteca es la colección de material de información organizada para que pueda acceder a ella un grupo de usuarios. Tiene personal encargado de los servicios y programas relacionados con las necesidades de información de los lectores.
En mi opinión todas estas definiciones suenan restrictivas, limitantes y cerradas.
Las necesidades de la sociedad moderna en cuanto a la comunicación del conocimiento y de la información, descansan en el dinamismo que sepamos impartir a centros sin fronteras. Estoy mas de acuerdo con Sánchez y Vega (2002) citando a Miguel A. Rendom (teórico de Bibliotecología y Ciencias de la Información) cuando nos dice que una biblioteca es agente de proceso de comunicación social, donde “los autores encuentran a sus lectores” en un espacio donde se crean las condiciones para satisfacer las necesidades informativas.
En una próxima ocasión continuaremos hablando de las funciones tradicionales del bibliotecario.

Referencias:

Buonocore, D. (1963). Diccionario de bibliotecología. Santa Fe: Castellví.

Carrión Gutiéz, M. (1988). Manual de Bibliotecas. Madrid: Pirámide, D.L.

Costa J.(1943) Elementos de biblioteconomía. Portugal: Livrararia Tavares Martins.

Sánchez Díaz, M. y Vega Valdés J. (2002). Bibliotecas electrónicas, digitales y virtuales:
tres entidades por definir. ACIMED, 10, accedido 8 de diciembre, 2006, de
http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1024-
94352002000600005&lng=es&nrm=iso&tlng=es

Informe Mundial de la UNESCO. París: accedido 8 de diciembre, 2006, disponible en
http://unesdoc.unesco.org/images/0014/001419/141908s.pdf

Friday, December 01, 2006

¿Qué significa cooperar?

Antes de continuar adentrándonos en la discusión de redes y consorcios biblioteacrios, entendamos primero el significado del concepto de la cooperación en el campo laboral.
Semisa (1988) nos dice y citamos: “Una cooperativa de trabajo es una fuente de producción o de prestación de servicios, gobernada, administrada y desarrollada únicamente por sus asociados, trabajadores, obreros, técnicos, administrativos o profesionales, todos con los mismos derechos y obligaciones".
Simonetti (2004) añade que "las cooperativas se cimientan en los valores de ayuda mutua, responsabilidad, democracia, igualdad, equidad y solidaridad".
En el Congreso de la Alianza Cooperativa Internacional en Manchester, se aprobó una declaración el 23 de septiembre de 1995 que contiene una lista de siete principios básicos. Su relación con la esencia de la colaboración bibliotecaria es evidente. Estos son:

1.ASOCIACIÓN VOLUNTARIA Y ABIERTA
2.CONTROL DEMOCRÁTICO POR LOS SOCIOS
3.PARTICIPACIÓN ECONÓMICA DE LOS SOCIOS
4.AUTONOMÍA E INDEPENDENCIA
5.EDUCACIÓN, CAPACITACIÓN E INFORMACIÓN
6.COOPERACIÓN ENTRE COOPERATIVAS
7.PREOCUPACIÓN POR LA COMUNIDAD

Podemos concluir que el modelo cooperativo es una estructura organizacional que responde a las necesidades reales y prácticas de nuestras bibliotecas, inmersa en al mundo de la globalización y la conciencia compartida.
Se persigue el bien de todos, objetivos comunes, compromiso con la comunidad (en este caso servicio y necesidades de los usuarios) y la contribución económica equitativa. Si a esto añadimos que las nuevas tecnologías proporcionan la oportunidad de intercambio casi ilimitado de información, eliminando las barreras de tiempo y espacio, obtendremos la solución perfecta para posicionar a los modernos centros de información, que de forma individual pasarían desapercibidos, pero que vistos en conjunto y actuando como grupo adquieren fuerza, poder y pertinencia social y cultural.
“Los frutos del trabajo compartido son mayores que cuando se trabaja individualmente”
(Castillo Vidal, 2000)

Nota de Interés: Existe un catálogo manuscrito que data del siglo XIII, de lo que parece ser el primer esfuerzo cooperativo entre 138 bibliotecas monásticas de Inglaterra y Escocia. (Ruiz Rivera, 2002)

Referencias:

ACI (Alianza Cooperativa Internacional) (1995). La regla de oro del cooperativismo, Declaración sobre la Identidad Cooperativa, XXXI
Congreso ACI, Manchester.

Castillo, Jesus (2002). El trabajo colaborativo a través de internet con Bscw. Accedido el 1 de diciembre, 2006, de Redes Temáticas-
Red Iris. Disponible en http://www.rediris.es/cvu/publ/bscw99.html

de Benito, Barbara (2002). Redes y trabajo colaborativo entre profesores. Accedido el 30 de noviembre, 2006, de Redes y trabajos
colaborativos. Disponible en http://www.monografias.com/trabajos16/cooperativa-de-trabajo/cooperativa-de-trabajo.shtml

Ruiz Rivera, Leticia (2002). La cooperación bibliotecaria: un reto a vencer. IV Encuentro de Bibliotecarios Teológicos. Accedido el 29 de
noviembre, 2006. Disponible en http://www.ibiblio.org/rlit/noticias/encuent4/Leticia_La_Coop.pdf

SEMISA, Domingo (1988) “Manual de Cooperativas de Trabajo”. Argentina: Ediciones Intercoop.

Simonetti, Nieves Ester (2004). Las cooperativas de trabajo. Accedido el 30 de noviembre, 2006. Disponible en
http://www.monografias.com/trabajos16/cooperativa-de-trabajo/cooperativa-de-trabajo.shtml